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El dilema

El tiempo que tenemos en la vida es, desafortunadamente, muy limitado. Con él, puedes hacer cualquier cosa que te propongas, pero no vas a poder hacer TODO lo que te propongas…. Así, que más vale elegir bien.

Cuando no tenemos claro cuales son las cosas que realmente aportan y ponemos nuestro esfuerzo y energía en todas las tareas que aparecen por el camino (invitación a un evento, propuesta de un nuevo proyecto, ayudar al hijo de un amigo con los problemas de matemáticas del colegio, una reunión urgente que «no puede» esperar, etc.), nuestra energía se disipa en cientos de pequeñas tareas que acaban por no producir ningún efecto a medio plazo.

Sin embargo, cuando esa misma energía la enfocamos en unas pocas actividades enfocadas en una dirección u objetivo, con el mismo esfuerzo que antes, veremos la satisfacción de estar haciendo progresos en una dirección que realmente nos importa (sea cual sea, cada uno tiene la suya).

Cómo invierte su energía un Esencialista versus un no esencialista
Cómo invierte su energía un No Esencialista (izquierda) versus Esencialista (derecha)

Cómo conseguir poner cada día en práctica la selección activa de en lo que merece la pena invertir nuestro esfuerzo, es lo que Greg Mckeown ha llamado Esencialismo.

El enfoque del esencialista

El camino del esencialista es la continua búsqueda de menos pero mejor. Es responderse de forma continua, ¿estoy invirtiendo mi tiempo en las actividades adecuadas? No se trata de conseguir llevar a cabo más cosas en el mismo tiempo, ni se trata de mejorar la gestión de tu tiempo, sino en cómo enfocar los esfuerzos en hacer cosas que realmente aportan.

El esencialismo es una disciplina que aplicas todas y cada una de las veces que te enfrentas con una decisión acerca de si decir sí o, amablemente declinar , una oferta, tarea, proyecto o petición. Es un método para elegir entre muchas cosas buenas o unas pocas extraordinarias. Consiste en hacer menos cosas pero mejores, de forma que puedas conseguir el máximo retorno de cada momento de tu vida.

Existen 3 realidades con las que debemos estar de acuerdo antes de continuar:

  1. Podemos elegir en qué invertimos nuestro tiempo y energía. Quizá no siempre tengamos control sobre las opciones sobre las elegir, pero siempre tenemos poder de elegir entre todas ellas. Y además, si renuncias a tu capacidad de elegir, alguien vendrá y elegirá por ti (tu jefe, tu pareja, tus amigos y familiares, tus hijos, etc.)
  2. Prácticamente todo es Ruido y solo unas pocas cosas son excepcionalmente valiosas
  3. No podemos tenerlo todo ni podemos hacerlo todo.

El primer paso en el camino del esencialista (así cómo en muchos otros) es reconocer que estamos en ese círculo viciado de hacer y hacer cosas simplemente porque aparecen en nuestro camino sin plantearnos si son las cosas que deberíamos estar haciendo en este momento para conseguir los objetivos que tenemos en mente (escribir un libro, empezar un proyecto por el que sientes absoluta pasión, especializarte en cierta materia, disfrutar de tus hijos mientras crecen, etc.)

Cuando echas la vista atrás y evalúas la forma en la gestionas tu vida y tu trabajo, ¿te sientes saturado de trabajo pero al mismo tiempo infrautilizado y poco productivo?, ¿sientes que estás en continuo movimiento pero no llegando realmente a ningún lado?, ¿sientes que cuando estás con tu familia no estás al 100% con ellos por todas las cosas que tienes en mente del trabajo (o por continuas interrupciones del mismo)? ¿cuando estás trabajando piensas que ojalá pudieras dedicar más tiempo a jugar en el jardín con tus hijos o hacer alguna quedada con los viejos amigos?

El esencialismo es un enfoque disciplinado y sistemático para determinar donde reside nuestro máximo punto de contribución (aquel hacia el que apuntaremos nuestra energía), y entonces ejecutar las acciones en dicha dirección.

¿Y cuál es esa dirección hacia la que apuntar nuestra energía?

Piensa: si a partir de este momento solo pudieras hacer una sola cosa con tu vida, ¿cuál sería? ¿Por qué te sientes especialmente inspirado? ¿Para qué ves que tienes cierto talento especial? Si pudiéramos ser excepcionalmente buenos en solo una única cosa, ¿cuál sería? Y de todo esto que te ha venido a la cabeza… ¿de qué hay necesidad en el mundo? y ¿por cual de ellas estaría alguien dispuesto a pagarte?

Sé que con esta retahíla de preguntas no habrás llegado a la conclusión de cual es tu propósito, pero espero que haya rasgado la superficie y te haya picado el gusanillo para seguir investigando dentro de ti… Invertir tiempo en descubrir cual puede ser tu propósito es clave para conseguir resultados extraordinarios.

Y esto es tan válido para reflexionar acerca de tu propósito personal como del de tu proyecto o empresa. Jim Collins, en su libro «Good to Great», llevó a cabo un estudio acerca de 11 compañías que tuvieron 15 años con resultados al nivel o por debajo del mercado, y tras un punto de transición, acumularon durante los siguientes 15 años resultados al menos 3 veces superiores a los del mercado. Estudió los puntos en común que éstas tenían y uno de ellos fue, que todas ellas marcaron su Propósito como empresa y equipo en la intersección de estos 3 círculos:

  1. Qué es lo que realmente te apasiona. ¡Enfoca tus esfuerzos en aquellas actividades que encienden tu pasión!
  2. En qué puedes ser el mejor del mundo (o de los mejores 😉 (De cara a construir tu propósito es igualmente importante saber en qué no puedes ser el mejor del mundo). Quizá, en lo que sabes que podrías ser el mejor sea algo en lo que ni siquiera estés trabajando todavía…
  3. Cuál es tu motor económico. Qué factor marca el mayor impacto en tu economía: beneficio por empleado, por proyecto, por tienda, etc. Esto, traducido a la búsqueda de un propósito personal, sería «¿Por qué están dispuestos a pagarme en el mercado?»

Aunque originalmente aplicado a empresas, creo que tiene muchísima validez para plantearte también tu propósito personal.

Gráfico del concepto del Erizo de Jim Collins
Concepto del Erizo de Jim Collins para definir el propósito de una compañía . También aplicable a encontrar el punto de mayor contribución personal, nuestro propósito personal.

Tal y como expliqué en mi post «Estrategias de comunicación. La importancia del porqué», a la hora de redactar tu propósito (o el de tu compañía) recuerda hacerlo de forma inspiradora, concreta, y hablando del porqué haces lo que haces. Esto marcará la diferencia en la fuerza de tu mensaje.

Hasta aquí, los primeros pasos para tomar las riendas de tu destino y empezar a decidir en qué quieres invertir tu siempre escaso tiempo. Para conocer cuales son los siguientes pasos a dar en el camino del esencialista, no te pierdas el siguiente post: «Esencialismo: elección, compromiso y enfoque.»

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