La asertividad es una cualidad imprescindible para cualquier profesional. Pero todavía más, si eres mujer.

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La asertividad es una cualidad imprescindible para cualquier profesional. Pero todavía más, si eres mujer.

¿Habéis visto la serie “La maravillosa Señora Maisel”? Es de las mejores que he visto últimamente por su trama, vestuario, guión, personajes… Todo me parece espectacular. El otro día vi el capítulo final de la serie… Tranquilos, no voy a hacer spoiler…. Solo os diré que para mí ejemplifica la valentía, confianza en una misma, constancia y asertividad necesarias para tener una carrera profesional satisfactoria. Y digo satisfactoria y no de éxito, porque cada persona medimos el éxito de formas diferentes.

Pero claro, eso es ficción, ¿qué hay de la vida real? Os cuento un par anécdotas personales en las que mi asertividad jugó un papel muy importante a la hora de moldear mi carrera profesional.

Anécdota 1: «mi jefe me ignora en las reuniones»

Situación: Reunión semanal de departamento, 30 ingenieros alrededor de la mesa (una muy grande, sí). Todos hombres menos yo. Todos, mayores que yo. Objetivo: revisar la marcha de todos los proyectos del área.

Llega el momento de reportar el proyecto que yo dirijo. Reitero que yo soy la persona de esos 30 que dirige el proyecto.
Mi jefe decide darle la palabra a uno de mis compañeros en lugar de a mí, como ha hecho con el resto de project managers de la mesa. Mi compañero, incómodo por la situación, nos mira a mi jefe y a mí consecutivamente y finalmente se lanza a reportar acerca del proyecto.

Cuando la reunión termina, voy directa al despacho de mi jefe para pedirle explicaciones por no haberme dado la palabra en la reunión. Su contestación es que le gusta hacer las reuniones de área en holandés (sí, esta anécdota tiene lugar en Holanda) y que si me da la palabra a mí, el idioma de la reunión cambiaría al inglés.

Mi contestación es la siguiente: “El idioma oficial de la compañía es el inglés y aunque respeto que quieras llevar a cabo las reuniones en holandés, sé a ciencia cierta que ninguno de mis compañeros tendrá ningún problema con que yo haga una intervención de varios minutos en inglés. Te agradecería que en lo sucesivo fuera yo, y nadie más del equipo, quien reportara acerca de mis proyectos

Y así fue, nunca jamás en ninguna reunión de área mi jefe volvió a ignorarme.

Anécdota 2: «mi jefe me grita!!!»

Un día me llama mi jefe al teléfono y comienza a gritarme (distinto jefe que el anterior). Hasta ese día nadie me había gritado en un entorno laboral. Escucho sin decir ni una palabra hasta que se desahoga. Cuando termina su “discurso”, y al ver que yo no hablo, me pide mi opinión en un tono más conciliador. Es entonces cuando le explico, pasando por alto su salida de tono, las razones por las que las cosas que le han hecho estallar en cólera son como son.

Me tomo esta llamada como algo anecdótico y decido pasarlo por alto, hasta que unos meses después vuelve a repetirse la situación. Llamada voz en grito, silencio por mi parte, explicación de los hechos tras el ataque de cólera, fin de la llamada con todos alineados.

Esta vez decido que no puedo dejarlo pasar. Al día siguiente voy a verlo a su despacho con el siguiente discurso: “No sé con quién habrás trabajado hasta el momento y si esto te habrá funcionado con ellos, pero conmigo no funciona. Si tienes alguna duda acerca de por qué he hecho algo de una determinada manera, pregúntame y yo te lo contaré. Entiendo que tú no tienes todo el detalle del día a día y habrá cosas que te sorprendan. Si al darte la explicación, me he equivocado en algo, pediré perdón. Pero por defecto, actúo y tomo las decisiones que considero más adecuadas para los objetivos del proyecto. Y sobretodo, te pediré, que jamás vuelvas a levantarme la voz.”

Y así fue, nunca jamás volvió a levantarme la voz. Es más, os puedo asegurar que en este caso, a partir de ese momento noté mayor respeto profesional de mi jefe hacia mí.

Estas son dos de las muchas anécdotas que he vivido en mis más de 20 años de experiencia que han ayudado a moldear mi carrera profesional para que fuera satisfactoria para mí.

En realidad, en estos dos casos no pido tanto, solo igualdad de trato y respeto. ¿O es mucho pedir?

Imagen: Amazon Studios

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